Si hay algo que nadie puede negar es que el otoño es la estación más mágica del año. Todo a nuestro alrededor cambia, se pinta de nuevos colores y llegan con ellos, nuevas sensaciones. Todo se convierte en un nuevo “descubrir”.

Desde Mayo, las callecitas de Andalgalá se preparan para vestir su ropaje otoñal. Tonos rojos, naranjas y ocres combinan con delicadeza, copiando la paleta de cualquier reconocido pintor.
¿Quién no se enamoró alguna vez de ese dorado que visten los plátanos e iluminan los alrededores de nuestra Plaza 9 de Julio?.

Nuestros cerros cambian la gama del verde que los caracteriza y se preparan para acompañar al majestuoso Nevado, que con presencia, se roba sin dudas, el protagonismo de nuestro paisaje.

El aroma a tierra mojada se mezcla con el humo de las primeras chimeneas y es el crujir de las hojas, una melodía que acompaña nuestro andar por los rincones de nuestro pueblo.

El otoño en Andalgalá nos regala los atardeceres más intensos, poesía pura que bendice los álamos y nogales de El Potrero. El instante preferido por los apasionados de la fotografía, que salen en búsqueda de esa pequeña obra de arte, mientras se pierden por los senderos y callejones de Chaquiago.

Las siestas andalgalenses son ideales para disfrutar de las confituras más ricas y la gastronomía local, fabricada con el amor de nuestras manos artesanas. Degustar unos gaznates en compañía de un mate bajo el sol, respirar aire fresco y contemplar el maravilloso cambio que nuestra madre tierra nos regala; se convierte en un ritual memorable, año tras año.

Por todo esto decimos y afirmamos, si hay algo que nadie puede negar, es que el otoño andalgalense es la estación más mágica del año. Y hoy te invitamos a compartirla.
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